En 1945, un bombardero B-25 chocó con el Empire State Building. Dado el antecedente, y que los aeropuertos de La Guardia y JFK se hallan prácticamente dentro de Nueva York, los arquitectos del WTC decidieron tener en cuenta la posibilidad de que un Boeing 707 (el mayor avión de la época), perdido en la niebla mientras buscaba el aeropuerto, chocara con las torres a una velocidad moderada (unos 350 Km/h)
Tanto el AA11 como el UA175 eran Boeings 767, un tanto mayores en tamaño que el Boeing 707, pero tampoco mucho más (apenas un 19% más de envergadura, y un 17% más de peso máximo de despegue)
La diferencia, en cambio, la hace la velocidad del impacto. En el diseño, se supuso que el avión iría a unos 350 Km/h. Sin embargo, las velocidades del AA11 y UA175 se estiman alrededor de los 800 Km/h. Esto es más del doble.
Para comparar las colisiones reales con la colisión en que se pensó, es necesario comparar sus energías cinéticas. Cuanta energía es capaz de transferir el avión a la estructura del edificio, da una medida de cuanto daño puede llegar a hacer.
Si un 767 y un 707 llevaran la misma velocidad, el primero tendría 1,17 veces (un 17% más) más energía cinética, debido sólo a la masa.
Pero un 767 a 800 Km/h, frente a un 707 a 350Km/h posee más de 6 veces (+600%) más energía cinética, teniendo en cuenta la distinta masa y velocidad. Esto se traduce en que el 767 podía infligir hasta 6 veces más daño a la estructura del WTC que el 707 a 350 Km/h.
Aún así, las torres no se cayeron en el primer momento, sino que aguantaron una hora, y hora y media antes de caer. Ambas torres aguantaron el impacto de los aviones, pero lo que no pudieron aguantar fueron los incendios posteriores. En el diseño se tuvo en cuenta la reacción de los edificios, cómo amortiguar el golpe del avión, repartir las cargas extras generadas, etc... como si hubiera sido una racha de viento bestial.
Pero no se tuvo en cuenta la posibilidad de que el combustible provocara un incendio de larga duración.