11-S: Análisis crítico
Hechos y leyendas sobre el atentado que cambió el mundo.

Defensas antiaéreas Pentágono

¿Cómo pudo un avión llegar siquiera al Pentágono sin ser interceptado por las baterías antiaéreas que lo rodean?

Hay una cuestión que hay que acometer primero: ¿existen tales baterías? La respuesta parece obvia, pero vamos a examinar las pruebas que tenemos y ver adónde conducen.

El ejército estadounidense niega su existencia. No es que tengamos que creerles inmediatamente, pero los motivos alegados son razonables. En un artículo publicado en el WorldNetDaily titulado Why the Pentagon was so Vulnerable (Por qué el Pentágono era tan vulnerable), un oficial de defensa cuya identidad prefiere ocultar, dice:

Cita de: WorldNetDaily
[E]l tráfico aéreo es intenso. Hay helicópteros entrando y saliendo varias veces al día. Y los aviones [que van al aeropuerto Reagan] vienen justo por el río [Potomac] a unas doscientas yardas de nosotros. Es muy complicado. Quiero decir: ¿qué se puede hacer? ¿Lo atacas? Si lo haces, ¿no puedes acabar con más bajas [civiles]? El avión [derribado] podría caer en cualquier parte.

Es muy cierto que cuando se considera la posibilidad de instalar defensas antiaéreas hay que tener en cuenta dónde puede acabar cayendo el avión derribado. Y también es muy cierto que en condiciones de intenso tráfico aéreo el riesgo de derribar un avión por error se incrementa drásticamente.

Al menos se puede afirmar, pues, que el argumento tiene mérito. Contrastémoslo ahora con los hechos. Primero, ¿a qué distancia está el aeropuerto Reagan del Pentágono? Veámoslo en la siguiente fotografía:

pgimeno-distancia-pentagono-aeropuerto.jpg
(Fuente: Google Maps)

En la esquina superior izquierda, el Pentágono; a lo largo de la parte derecha, el aeropuerto. Se ve cómo una de las pistas incluso está en línea directa con el Pentágono.

Lo que hay a la izquierda del aeropuerto y debajo del Pentágono son zonas residenciales. Además, Washington y Arlington, por ejemplo, están muy cerca; por lo tanto el argumento de que el derribo podría costar vidas civiles también tiene mérito. No hay, pues, muchas razones para negar la veracidad de esas afirmaciones.

Pero supongamos que aún no estamos convencidos. ¿Qué pasa cuando un avión entra en el espacio aéreo protegido del Pentágono? De haber baterías antiaéreas, seguro que si a algún incauto se le hubiera ocurrido acercarse demasiado habríamos tenido una primera página tras el espectacular derribo, ¿no?

Parece que tampoco ha sido así. Aquí tenemos un ejemplo de la foto hecha por un intrépido piloto de avioneta a quien no le pasó nada:

pgimeno-avioneta-pentagono.jpg
(Landebahn = pista de aterrizaje; Flugzeug = avión).

En el Washington Post, en un artículo titulado Plane That Caused Capitol Evacuation Nearly Shot Down (Avión que causó la evacuación del Capitolio a punto de ser derribado), hacia el final del artículo se nos informa de que:

Cita de: Washington Post
Más de 2.000 aviones "de interés" se han detectado sobre el espacio aéreo de Washington desde enero de 2003, dijo Beardsworth. El número de aviones que violaron la zona de prohibición de vuelo bajó de 164 en los seis meses anteriores al 20 de enero de 2003, a 30 entre esa fecha y el 14 de mayo de 2004.

Los 30 intrusos fueron identificados con éxito, dijo Beardsworth. Como comparación, otro oficial federal dijo que hace dos años, los aviones militares pudieron identificar e interceptar sólo alrededor del cuarenta por ciento de los intrusos durante los ejercicios de entrenamiento.

De nuevo, no hay baterías antiaéreas derribando nada. No hay tal primera página.

Excepcionalmente, en octubre de 2002, según un artículo de la CNN, se armaron baterías portátiles de misiles para proteger Washington «por primera vez desde la crisis de los misiles en Cuba hace casi 40 años».

En un libro crítico hacia la administración Bush por los sucesos del 11-S, titulado Against All Enemies, su autor Richard A. Clarke dedica un párrafo a cómo se consideró la posibilidad de instalar un sistema antiaéreo permanente después de haber instalado uno rudimentario durante los JJ.OO. de Atlanta, pero se rechazó entre otras cosas por considerarlo un riesgo demasiado elevado:

Cita de: Against All Enemies
El Servicio Secreto y Aduanas se habían unido en equipo en Atlanta para proporcionar algún tipo de defensa aérea rudimentaria contra un avión que volara hacia el Estadio Olímpico. Lo hicieron de nuevo durante los Eventos Especiales de Seguridad Nacional y se pusieron de acuerdo para crear una unidad de defensa aérea permanente para proteger Washington. Desafortunadamente, esas dos agencias federales estaban alojadas en el Departamento del Tesoro y sus líderes no querían pagar por una misión así o afrontar el riesgo de la responsabilidad por derribar el avión equivocado. El Tesoro denegó la unidad de defensa aérea, y mis intentos en la Casa Blanca de promover el proyecto fueron en vano. La posibilidad de un avión atacando en Washington parecía remota para mucha gente y los riesgos de derribar un avión en una ciudad se consideraban demasiado altos. Además, según argüían los que se oponían a nuestro plan, la Fuerza Aérea siempre podía flotar cazas para proteger Washington si hubiera un problema. En los casos de secuestro de un aeroplano (y en un caso en que creímos por error que un vuelo de Northwest había sido cogido), la Fuerza Aérea interceptó los aviones con cazas. En lo único que tuvimos éxito fue en conseguir permiso para que el Servicio Secreto continuara examinando las opciones de defensa aérea, incluyendo la posibilidad de colocar unidades de misiles cerca de la Casa Blanca. La mayoría de los que se enteraron de nuestros esfuerzos por crear algún sistema de defensa aérea por si los terroristas intentaban estrellar un avión en el Capitolio, la Casa Blanca, o el Pentágono simplemente pensaban que estábamos locos.

El argumento de que "es demasiado caro", por cierto, también es esgrimido por el oficial anónimo en la entrevista citada al principio del WorldNetDaily.

Aún hay otra prueba más. He aquí un fragmento de una entrevista con April Gallop, una trabajadora con labores administrativas dentro del Pentágono que estaba allí el día del ataque:

Cita de: Entrevista con April Gallop
(Entrevistador): [...] He oído que, a fecha 11 de septiembre, las baterías antiaéreas eran automáticas, en otras palabras, que habrían disparado automáticamente contra cualquier avión que se acercara que no transmitiera la señal apropiada amiga o enemiga. ¿Es eso cierto?

(April Gallop): Sí, es cierto. Sirven para intentar guiar al avión que se aproxima violando el espacio aéreo a un lugar seguro para aterrizar. Hacer un esfuerzo razonable para guiarlo abajo. O derribarlo.

En función de la respuesta, cabe dudar de si Gallop entendió plenamente la implicación en la pregunta de la existencia de baterías de misiles cuando dijo que sí era cierto. Más bien alude a la rutina de los cazas cuando interceptan un avión. Los misiles antiaéreos no guían al avión a un lugar seguro para aterrizar.