11-S: Análisis crítico
Hechos y leyendas sobre el atentado que cambió el mundo.

Energía cinética

Sabemos que el vuelo AA77 que impactó en el Pentágono sólo tuvo que romper dos paredes. ¿Tenía o no tenía capacidad para perforarlas? Es clásico el argumento de que no pudo haber otra cosa capaz de hacerlo más que un misil de crucero o antibúnker.

¿Cómo es un misil antibúnker? Suele ser un misil de crucero o de medio alcance que emplea como ojiva una bomba antibúnker. Vamos a usar como ejemplo el AGM-130 (1.323 kg) con una ojiva BLU-116 (907 kg), a mach 0,85 (unos 290 m/s). La masa total es 2.230 kg.

Estos datos son los que necesitamos para conocer su energía cinética, usando la fórmula Ec=1/2 mv². El valor resulta ser de cerca de 94 millones de julios.

Ahora veamos, ¿qué energía tenía el avión? Desde luego, su velocidad era menor, pero no sustancialmente: concretamente de unos 460 nudos, 236 m/s. Pero su masa era mucho mayor. Aunque hay estimaciones en función del combustible que le quedaba (calculado en unas 36.000 libras, aprox. 16.300 kg según el NTSB) y el peso estimado de los pasajeros, un límite inferior sería su peso en vacío, 66.100 kg. La energía cinética resultante es de 1.840 millones de julios, casi veinte veces mayor que un misil antibúnker. Eso sería en vacío, que no era el caso, por lo que es seguro que superaría las veinte veces.

Resumiendo, el avión superaba en al menos veinte veces la energía cinética de un misil antibúnker. ¿Es esto suficiente para derribar el muro exterior? A falta de un cálculo exhaustivo de resistencia a impactos de dicho muro, lo cierto es que no hay pruebas para negarlo y las evidencias apuntan a que sí fue capaz.

Por otra parte, en una entrevista para la publicación WorldNetDaily, un oficial del Pentágono especializado en contraterrorismo comenta:

Cita de: WorldNetDaily
Algo que el Departamento de Defensa [estadounidense] sí ha sido capaz de hacer para proteger el edificio y a su personal de ataques terroristas es comenzar a reforzar las columnas de carga y los muros interiores [del Pentágono] con un recubrimiento de fibra de alta resistencia que minimizaría las bajas no solo manteniendo controlados los escombros que volarían, sino además previniendo el colapso de los pisos.

«Los materiales no detendrán un avión, pero probablemente detendrán el colapso progresivo de las columnas», dijo el oficial.

Así que los propios oficiales especializados en terrorismo no estiman que las paredes del Pentágono puedan resistir el ataque de un avión.